lunes, diciembre 3

Cuando tuve mi primer hijo

Un día quise tener un hijo pero nadie me había enseñado sobre la educación.
Desesperado busqué en mi pero mis recuerdos me atormentaron y decidí dejar estos temas a otros que si supieran como manejarlos.
Llame a toda clase de cultos conocedores sobre el arte de educar, pero cada uno poseía una estrategia distinta y no logré decidirme por uno, al fin y al cabo no es una decisión fácil, es entregarle a un desconocido un niño al que él programará a su manera y según su forma de ver la vida. Y fue ahí cuando pensé en no elegirlos, sino que dejarlo a él que decidiera.
Ya con 46 años encima se que no debo tomar decisiones si no he pensado bien las consecuencias, por lo que volví a pensar sobre si debía dejarlo libre y que él aprendiera de la vida por si solo, si debía arriesgarme y que el aprendiera por su cuenta, o si era mejor enseñarle lo que yo había aprendido para que el no tuviera que gastar tanto tiempo en aprender cosas que no valen la pena, para que el no tuviera que gastar tanto tiempo en penas y dolores como los que su padre ya había vivido.
Y para mi suerte la respuesta fue una magnifica pregunta: "¿Quién soy yo para robarle la vida a mi propio hijo?". La verdad era que la única manera para que el aprendiera a vivir era viviendo, la única manera que imaginé para que él aprendiera a ponerse de pie era tropezando. No era crueldad, era puro amor.
Recordé a mis padres, humanos programados (sin culpa alguna) por una sociedad en crisis y por un sistema regido por la moral y las buenas costumbres.
No comas con la boca abierta, se ve feo.
Súbete los pantalones.
No digas garabatos en la mesa.
En la mesa no se canta.
Amárrate los zapatos que te puedes caer.
Péinate bien.
A ducharse antes de comer.
A ordenar tu cama.
Tu pieza es un desorden.
Siéntate derecho.
No te rayes los brazos.
No te pongas tan cerca del televisor.
La música esta muy fuerte.
A dormir que ya es tarde.
Se puntual.
¿Con chaleco? Pero si están cayendo los patos asados.
¿Con polera? Pero mira el frío que hace.
Castigado a tu pieza.
El profesor es el que manda.
No vuelvas tan tarde porque nos preocupamos.
No tanto que el café hace mal.
No hables con extraños.

Cortate el pelo.

Y después de todo descubrí que la mejor manera de enseñar es aprendiendo.
Aprendiendo a medida que enseñas,
Aprendiendo de lo que te enseñaron.
Y para eso hay que estar desprogramado,
hay que saber mirar desde afuera.
La vida se trata de experimentar.
Hay que amar y dejar experimentar a cada uno por su cuenta.
Guiarte no es lo mismo que llevarte de la mano y con los ojos cerrados.
Un guía ofrece, un director dirige.

Un día quise tener un hijo pero nadie me había enseñado que la mejor forma de enseñar es la que vas aprendiendo.

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